El conjunto original en forma de «L» se amplía a finales de 1700, dándole a toda la construcción la imagen propia del siglo XVIII.
En su acceso se desarrolló entonces un gran patio, situándose a su alrededor el conjunto de las distintas dependencias agrícolas, en torno al cual se articuló la actual aldea de Rosende al transformarse en plaza. Por otra parte, en la parte posterior se creó un patio empedrado cerrado por un austero edificio que albergaba las caballerías.
El edificio se ha restaurado manteniendo íntegramente su construcción original con gruesos muros de granito, con suelos de centenarios tablones de castaño sobre sólidas vigas, y techos formados por rústicos artesanados de madera.
Con idénticos criterios se ha conservado el mobiliario original del Pazo, lo cual proporciona una autenticidad única que nos transportará a un inolvidable ambiente dieciochesco: la capilla, la solaina, la lareira, junto a las amplias bodegas, entre otros rincones, muestran al visitante la nobleza y los encantos de esta casa casi detenida en el tiempo.